ECONOMÍA VERDE EN PANAMÁ
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) define la economía verde como “aquella que da lugar al mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras que se reducen significativamente los riesgos medioambientales y a la escasez ecológica”. Esta conceptualización pone de relieve la intersección entre lo social, lo económico y lo ambiental, aludiendo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el 1, 2 y 10 (referidos al Finde la Pobreza, Hambre cero y Reducción de las desigualdades), el 7, 11, 12 y 13 (Energía asequible y no contaminante, Ciudades y comunidades sostenibles, Producción y consumo responsable y Acción por el clima) y 8 (Trabajo decente y crecimiento económico).
La transición de la economía tradicional, llamada “marrón” a la economía verde se ha estimado como positiva en términos de que logra producir crecimiento económico y además, beneficios sociales e impacto ambiental, que se traducen en un mayor bienestar para las personas y para el medio ambiente.
En el contexto actual, la economía verde puede jugar un papel clave en el proceso de recuperación económica en la etapa posterior a la crisis de COVID-19, llegando a generar unos 15 millones de nuevos trabajos, según lo estimado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su informe “Panorama laboral en tiempos de la covid-19, una recuperación verde y justa en América Latina y el Caribe” publicado en diciembre de 2020. Sin embargo, la medición de los avances de los países en materia de economía verde aun se encuentra en proceso de implementación.
Panamá y la economía verde
Durante el XXII Foro de Ministros de Ambiente de Latinoamérica y el Caribe, que se llevó a cabo de manera virtual en febrero de 2021, el Ministro de Ambiente de Panamá destacó la necesidad de tomar acciones urgentes en la región superar la emergencia y recuperación post-covid, con un enfoque basado en la economía verde, para lo cual el país construirá un sistema nacional de monitoreo y evaluación de la adaptación a este modelo, que integra 17 indicadores que permitirán verificar avances en las medidas de adaptación al cambio climático en comunidades, ecosistemas y sistemas productivos.
Durante 2020, Panamá fue el país con el mayor número de casos de la COVID-19 por cada 100,000 habitantes de América Latina lo que produjo una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) que alcanzó el 17.9%, según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo. Los principales sectores económicos afectados por la pandemia fueron el transporte aéreo, el turismo y la construcción. Como consecuencia de esta contracción, la pobreza aumentó en dos puntos porcentuales, pasando de 12.1% en el 2019 al 14.9% en el 2020. Por su parte, el desempleo alcanzó un 18.5% en 2020, y se estima que durante 2021 unas 130 mil personas caigan por debajo de la línea de pobreza. A pesar de este impacto negativo, para el 2021 el BID proyecta que la economía panameña tendrá un repunte debido a la producción minera, lo que podría comprometer los compromisos en materia de economía verde.
Por su parte, la Comisión Económica para América y el Caribe (CEPAL) identificó, en el Perfil Nacional Económico de Panamá, la composición porcentual del Producto Interno Bruto (PIB) según los diferentes tipos de actividad económica para el 2020. En tal sentido, los mayores ingresos de Panamá se registraron en el sector de Intermediación Financiera, representando un 21,4% del PIB, seguido por las actividades comerciales que representaron el 20,9%, y la administración pública, un 16,4%. Las otras actividades económicas relevantes fueron: transporte y comunicaciones (14,2%), construcción (12,3%), minería (3,7%), agropecuario (2,8%) y electricidad, gas y agua (2,4%).
En lo que respecta a las emisiones de CO2 en Panamá, los datos publicados por el Banco Mundial indican que las mismas han ido en aumento durante las últimas décadas. Para el año 2000, se contemplaba que las emisiones fuesen 1,742 toneladas métricas per cápita, cifra que llegaría a ser casi el doble para el año 2014 (2,891 toneladas métricas per cápita). Aunque, en el 2018, fecha de la última medición disponible, las emisiones habían disminuido a 2,428, seguían siendo de los números más altos en los últimos 20 años. Uno de los aspectos clave es la generación y uso de energía, el transporte, las industrias, la agricultura y otras actividades similares que son generadas por las personas y que son las principales responsables de la emisión del CO2.
Como es visible, la recuperación económica de Panamá durante 2021-2022 debe atender a los tres aspectos centrales de la economía verde, pero no es evidente en el marco de sus políticas actuales la convergencia de los aspectos que promuevan el crecimiento económico, los beneficios sociales y el impacto ambiental, sobre todo tomando en consideración que según datos publicados por el Sistema Nacional de Información Ambiental, Panamá está compuesta por un 65.4% de cobertura boscosa, un 32.5% de otras tierras y 2.1% de cuerpos de aguas continentales. Aunque esta proporción demuestra la extensión considerable de las áreas boscosas, es fundamental tomar en cuenta que, en los últimos 7 años, se perdieron 56,369,49 hectáreas (has) de bosque, lo que nos indica que el impacto ambiental de las actividades económicas está teniendo un alto costo para el país.
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